martes, 22 de julio de 2008


camino rápido y mucho más tranquila que a la ida. me cruzo con una mujer con flores, flores que claramente le regaló el hombre con cara de felicidad que la agarra de la cintura. yo? pienso automáticamente en un velorio. es el papel de plástico con la imitación de encaje fino como el de las compañías fúnebres. es que las rosas son rosadas y no me gustan y tampoco me gustan los velorios. es que sé que sus caras, que ni siquiera miré, son de alegría, y por el vicio de oponer yo solo puedo pensar en un velorio. me decido por la parada de 180 porque siempre me decido por la misma parada y porque cuando me decido por la otra nunca pasa mi ómnibus, y la intención de decodificar esa asociación que a mi me impacta como un acontecimiento, me oprime. literalmente es una presión en los parietales, que me genera un dolor de cabeza interminable (y lo sé, puede decirse, aún sin saber que no va a terminar hasta el otro día) como si estuviera equilibrando un yunque marca ACME. ventanilla que equivale a diapositivas de carne y hueso y cemento y metal y luz. de mi carne y mis huesos, y de mis células ópticas, porque afuera podría no haber nada, como un pasar eterno por el túnel en 8 de Octubre. pero ahí están: bicicletas, humanos, luces, avisos, carros, autos, perros y un solo gato parecido a Elvira Catalina. trato de poner en orden la presión, de decodificarla, y me quedo en blanco tan automáticamente como asocio flores con un velorio. entonces siento ruido a ficha metálica haciendo eco y pienso (bueno, no es pensar, es atender a la sinapsis que sola se ha producido, porque seriamente dudo que yo en esta época de mi vida sea capaz de provocarla… o tal vez sea lo único capaz de provocar) que no quiero hacer más asociaciones del tipo flores-velorio (sí, no iba a ser la gran revelación). desinterés por el impacto del mundo, no querer estar expusta a hacer sinapsis no desadas. cosa que viene pasando hace mucho rato… (y ya es hoy, y ahora sí que no sé cuándo va a terminar mi dolor de cabeza)

lunes, 21 de julio de 2008

entrada uno


Además de prescindible, es un obstáculo en la consecución de una tranquilidad por la que ya no me preocupo.
Después estoy tranquila.
La tranquilidad de saber qué es lo que estaba pasando.
La claridad total,
la calma.
Y te despertás
te encontrás en las antípodas de aquel lugar en el círculo.
La irrealidad
imprescindible,
el impedimento irreproducible, la imposibilidad de inventar.
Y todo de nuevo:
Despertarse. No querer.
Y a la vez
como si durmiera, yo consuelo por la ventana a una persona que quiere que alguien se preocupe por ella.

Qué hipócrita dar consejos cuando se pueden decir imbecilidades como esta.
Qué triste tomarlos.
Qué manera de ignorar el sonido.
Qué horrible no poderlo reproducir; no producirlo, más horrible; producir estos sonidos, más horrible.

La esperanza reducida a una línea anaranjada, entre otras líneas
del mismo color
resumida en una alucinación
también anaranjada.
La fidelidad al describir el acto, qué náusea!
Buscarle contenidos que no existen, más horrible, más náusea.
Todo es conforme al sentido exacto y propio, y no lato ni figurado, de las palabras empleadas en.