lunes, 21 de julio de 2008

entrada uno


Además de prescindible, es un obstáculo en la consecución de una tranquilidad por la que ya no me preocupo.
Después estoy tranquila.
La tranquilidad de saber qué es lo que estaba pasando.
La claridad total,
la calma.
Y te despertás
te encontrás en las antípodas de aquel lugar en el círculo.
La irrealidad
imprescindible,
el impedimento irreproducible, la imposibilidad de inventar.
Y todo de nuevo:
Despertarse. No querer.
Y a la vez
como si durmiera, yo consuelo por la ventana a una persona que quiere que alguien se preocupe por ella.

Qué hipócrita dar consejos cuando se pueden decir imbecilidades como esta.
Qué triste tomarlos.
Qué manera de ignorar el sonido.
Qué horrible no poderlo reproducir; no producirlo, más horrible; producir estos sonidos, más horrible.

La esperanza reducida a una línea anaranjada, entre otras líneas
del mismo color
resumida en una alucinación
también anaranjada.
La fidelidad al describir el acto, qué náusea!
Buscarle contenidos que no existen, más horrible, más náusea.
Todo es conforme al sentido exacto y propio, y no lato ni figurado, de las palabras empleadas en.

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